“Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz. Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz. “
Lucas 8:16-17.
Ilustrar es iluminar. Como diría el diccionario: “dar luz al entendimiento”.
El oficio de ilustrador va más allá del dibujo, la decoración o el adorno de textos.
La ilustración bien entendida, comunica. Contiene un mensaje en su obra.
El desafío de la ilustración es hacer de lo oscuro un lugar iluminado y transitable.
Tiene su lámpara en alto para que se pueda ver con claridad.
La ilustración puede ser sofisticada, pero nunca perderá su espíritu sencillo, auténtico y dispuesto a ser abierta y compresible, lejos del hermetismo.
No se da el lujo de ser abstracta al punto de la incomprensión. La ilustración no piensa en sí misma o en otros artistas, piensa en sus receptores y especialmente en aquellos receptores que nada saben de ilustración. La ilustración no es egoísta, es sociable, se relaciona, es apasionada, seduce, alegra, enoja, emociona, irrita… busca una reacción en los demás.
Su mensaje a veces puede no ser grato, pero se dará a entender. No da mucho espacio a la subjetividad del receptor. No se esconde, quiere que la vean, la interpreten, la asimilen. Si es necesario, se adaptará al receptor con tal de hacerse más accesible.
La ilustración ama comunicarse, si no lo hace pierde su esencia, su valor, su razón de ser.
Llegar al corazón del receptor es su mayor placer, si lo logra quedará satisfecha.
Para reforzar el concepto de que la ilustración es “iluminar”, me referiré brevemente a tres aspectos de la ilustración y la iluminación con respecto a la concepción de la idea que ilumina la obra.
Luz natural
La luz del sol en el ambiente. Un amanecer, un atardecer, la noche…dependiendo de la hora del día y la estación del año. La luz que por naturaleza afecta a lo que nos rodea.
Llamaré “luz natural” a eso que por naturaleza afecta a nuestra obra. La “musa inspiradora”, esa idea que aparenta venir de la nada, que de repente aparece y nos golpea con fuerza.
Viene de adentro, es natural, de nosotros. Y puede iluminar nuestro trabajo sin mayor esfuerzo.
Lo tiñe de una atmósfera especial. Solo hay que seguir su luz para ver con claridad que estamos en presencia de un momento “mágico” para nosotros.
Luz artificial
Lámparas, velas etc. Luces que nos rodean, que expanden el horario de iluminación más allá de la noche. Luces en un ambiente cerrado. Esa luz creada por el hombre. Luces que podemos prender o apagar según nos convenga.
Llamaré "luz artificial” a la observación detenida e intencionada del ilustrador para conseguir esa idea que le ayude a iluminar su obra. La búsqueda de inspiración, la caza de recursos que le permitan encontrar lo que necesita para trabajar con libertad. Eso que a veces decimos necesitar: el “disparador”.
Luz generada
Luces espacialmente generadas para iluminar escenas en fotografía, cine, tv, teatro etc.
Lámparas fluorescentes, de tungsteno, flashes de alta energía etc. Y las planchas para hacer rebotar la luz, materiales para apagar los brillos que aparecen, filtros y demás accesorios que hacen que la iluminación sea preparada según nuestro deseo.
Llamaré “luz generada” a las herramientas que utiliza el ilustrador para dar vida a su obra.
Herramientas tales como la composición, el color, el trazo, la técnica etc. Que ayudan y a veces hacen que ideas muy simples se vean hermosas.
Control de la luz
Para un fotógrafo, es esencial controlar la luz para que su toma fotográfica salga lo mejor posible.
Para el ilustrador también.
Aprender a tener un dominio de la luz, la generación de ideas, las herramientas que ayudan a que nuestra obra realmente ilumine, es indispensable.
La “luz natural” aumentará a medida que uno incorpore conocimientos y vivencias.
La “luz artificial” será más fácil de controlar a medida que uno se ejercite en la observación constante, y la “luz generada” será fácil, e intuitiva de maniobrar, con la experiencia.
Con la idea de siempre comunicar, el ilustrador debería pretender convertirse en un profesional del control y manejo de la luz.
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